Hubo una época en que las actividades humanas se adaptaban al ritmo de la naturaleza, teníamos que ir más lentos al caer el sol por falta de luz, había más momentos para la calma, por ejemplo junto al fuego de una hoguera.
Hoy día, además de trabajo diario, podemos seguir activos a todas horas, distraernos y relacionarnos virtualmente o en persona, podemos vernos arrastrados por un bombardeo de estímulos y sensaciones, ser confundidos o desbordados por un exceso de información y de alternativas.
Encontrar un hueco para la quietud y el silencio, puede ser difícil e incluso muchos tienden a considerarlo inútil o absurdo.
Hay etapas en la vida en que nos falta tiempo para hacer todo lo que querríamos. Quizá tenemos tantas obligaciones, proyectos y temas pendientes, sentimos que el tiempo pasa tan deprisa…que dejamos de hacer actividades valiosas. Muchas veces lo urgente desplaza a lo importante. Nuestra vida suele…
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