Esta mañana recibí en mi buzón un regalo de mi gobierno. Me dice “Marca la X solidaria y declárate feliz”
La papeleta me recordó de forma irremediable cómo las emociones se utilizan como recursos y herramientas para un beneficio determinado. Son el vehículo y modos de producción de este siglo. A diferencia de los bienes materiales, las emociones no se gastan, y estas pueden ser consumidas de forma casi ilimitada.
Además las emociones presentan una ventaja frente a la razón, y es que no tienen capacidad de análisis ni de reflexión profunda, lo cual es una buena noticia para el sistema neoliberal. Por eso Twitter basa su formato en 140 caracteres, o el Facebook se basa en imágenes y vídeos de 2-3 minutos para captar rápidamente la atención. La sociedad no quiere leer grandes textos, prefiere una multitarea pre-reflexiva, esto es, ingerir grandes cantidades de información emocional sin gran capacidad de análisis, sin tener que razonar. Que sino luego nos duele la cabeza.
Volviendo a la imagen de este post. Mis preguntas:
- ¿Por qué el gobierno responsabiliza a la sociedad en torno a ser un país implicado o no en obras sociales y/o cooperación nacional/internacional?
- ¿No será que el mayor peso recae en el propio gobierno, el que toma las decisiones de gran envergadura?
- ¿Por qué mi decisión de marcar la X parece de tanta relevancia?
Ni millones de personas “declarándose feliz” (marcando la X) podrían ni siquiera acercarse al descalabro que ha hecho el gobierno español al reducir hasta casi un 90% la ayuda a cooperación al desarrollo desde 2010, sazonado con el supuesto inflamiento artifical de ayuda al desarrollo, según ONGs europeas. Asimismo, se entiende que los famosos que salen en esta campaña lo hacen de forma gratuita, puesto que de lo contrario sus salarios contribuirían mucho más que nuestro 0,7%.
Responsabilizar a la sociedad es una manera eficaz de generar emociones a su propio beneficio. No ser solidario no genera emociones positivas, y sí negativas. No ser partícipe de la solidaridad podría hacernos sentir culpables, tener remordimiento. Además, uno quiere ser feliz ¿verdad?
Imaginemos que lo que digo no es cierto, que carece de rigor y que el gobierno apoya desmesuradamente en obras sociales y en cooperación al desarrollo. Para finalizar, lo último que me pregunto:
4. ¿Hasta qué punto es lícito que un gobierno utilice lo más preciado del ser humano (su felicidad) como reclamo propagandístico?
Bienvenido al capitalismo de las emociones. Marque la X en solidaridad y sea feliz.
*Nota: utilizo el término emoción de forma genérica, donde bien podría haber encajado mejor otros términos como afecto, sentimiento, entre otros.
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