Uno de los términos que me gusta utilizar en Lamu es la tolerancia a la incertidumbre.
Si se quiere distinguir la capacidad de adaptación de un blanco en Kenia, basta con observar su habilidad de autocontrol ante situaciones que requieren una alta tolerancia a la incertidumbre, así como una alta tolerancia a la frustración.
¿Cuándo llegará (—)¹? ¿De qué manera se soluciona (—)? ¿Cómo es posible que no tengamos respuesta ante (—-)? ¿Cuándo obtendré una respuesta sobre (—)?
Esto es debido a la disparidad de control (o la sensación de tener control) entre un país europeo, por ejemplo y Lamu, Kenia. Ésta (capacidad de control) disminuye considerablemente, tanto que pasamos de tener una vida relativamente ordenada, empaquetada y con lacito, a estar desnudos de sensación de controlabilidad² vital.
Esto supone para bien y para mal, un reto personal, una riqueza y aprendizaje personal, así como una fuente de estrés. Es un redbull de sensaciones, de asombro cultural, de desesperanza, indefensión, tolerancia, de aceptación e incluso si uno se lo permite de satisfacción por saber que no se sabe. Sí, también todo mezclado.
Por ello, la incertidumbre del “no saber cómo diantres se solucionará esto” forma parte del pan diario keniano, en el que los foráneos de piel blanca como yo, nos cargamos de un kit de paciencia, pero sobre todo de humildad para enfrentar y solventar las situaciones.
El aura de misterio lo identifico en torno a dos pilares fundamentales en la cooperación:
- Política: La política es todo. Pero no quiero hablar de política, voy a hablar de sus súbditos:
1.1. Desarrollo
1.2. Burocracia
Tanto el punto 1.1. como 1.2. son hermanas siamesas, están interconectadas y dependen una de otras. Pero es que son imprevisibles, y encima les envuelve la ya famosa incertidumbre y entropía. Procesos y personas son los intermediarios en forma de eslabones en el que debemos cooperar para ser resolutivos.
A modo de símil, como cuando se hace una cadena humana en el que cada uno se van entregando cubos de agua para llenar un tanque, cada parte implicada ayuda a recibir para luego dar. Pero esta línea imaginaria está continuamente impregnada de incertidumbre, puesto que uno no siempre sabe quién tiene al lado, de quien recibe y a quien ofrece y quien demanda. De cuando se llena el tanque.
Y es que la burocracia se viste de auténtica incógnita, es ese misterio en el que no se tiene ni idea sobre punto del eslabón o de la cadena en el que se encuentra. La propia vida misma, con las necesidades básicas de agua y luz, te recuerda también la incertidumbre: Se ha ido la luz, ¿cuándo volverá? No hay agua, ¿cuándo volveremos a tener?
Por ello, en numerosos momentos existen situaciones en las que nuestra sensación de control se ve disminuida considerablemente, y parece que nuestra acción personal y/o colectiva depende poco o nada de cómo se desarrolle el futuro. De cómo el futuro dependa en gran medida de lo que hagamos aquí y ahora.
Pero no siempre es así.
Y después de todo, lo más curiosos es que dentro de ese caos y remolino de desorden vital y burocrático, parece existir un orden. Un orden que no tenemos ni idea de cómo funciona.
Porque al final se soluciona y sí se tiene capacidad resolutiva: se soluciona el papel (–.) del proceso (—), se solventa una situación dramática de pobreza extrema en el poblado (—) y se obtiene el material (—), etc…
Ese factor desconocido, bien sea azaroso, bien intencionado, es lo que proporciona vida, la que da productividad y capacidad de ser resolutivo. Y entonces la incertidumbre ya es certidumbre, en un proceso del que la paciencia ha jugado un gran papel.
Como dice un proverbio swahili: Subira huvuta heri (la paciencia trae buena suerte).
¹ espacios a rellenar a gusto del lector
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Fotografía nº1 Mags en flirck
Fotografía nº2 Nicu Bucule en Flickr