Hace unos días, me dijeron en tono cansado y compungido: «Verás Airam, estamos ya hartos de que se nos diga que somos un país corrupto, como si fuéramos el único. ¿Qué pasa con España, con Estados Unidos? No somos los únicos amigo mío, estamos todos untados!» (dijeron involved, pero es que me encanta la palabra untado).
Entre mezcla de risa y seriedad, hizo que yo replicara «Si está claro que no sois los únicos, en España nos lo estamos currando de veras, pero es que vosotros sois los mejores.» Sonora carcajada. Cada uno nos señalábamos recíprocamente, como queriendo expiar nuestras culpas. Nadie quiere ser corrupto. Faltaría más. O menos.
En mi parada por Mombasa por razones de trabajo, me llevé varias sorpresas, aparte de esquivar coches como los recortes en la plaza de toros de Tordesillas. Mombasa es la segunda ciudad más poblada en Kenia. También la segunda en importancia. Quizá te suene por el nombre de la ginebra. No tienen nada que ver.
Una lluvia de bienvenida antes de arribar a la oficina de inmigración. El tiempo siempre cuida los detalles. Uno se acostumbra a la protocolaria y absurda situación en la que el papeleo desaparece por degeneración espontánea: falta el último papel de rigor, o el formulario XY está en Nairobi.
Fue una pena que no me dejaran fotografiar un cartel el cual rezaba: “ Don`t allow the corruption in this place» (no permitas la corrupción en este lugar). Posteriormente y muy acertadamente, el cartel explicaba las razones por las cuales la propia corrupción incentiva y agudiza las causas de pobreza en todo su contexto: falta de ayudas exteriores, endeudamiento, inestabilidad, falta de transparencia y aumento de las diferencias de poder que perpetuan dicha corrupción cual circulo vicioso. Estaba todo explicado a modo de infografía, realmente ilustrativo. Me dijeron sin amabilidad que no estaba permitido hacer fotos. Hubiera sido una joya para fotografiar, enmarcar y tenerlo en la mesilla de noche.
En esta línea de anticorrupción, existe el organismo propiamente llamado anticorrupción, el cual (que le vamos a hacer) también es corrupto¹ . La propia creación del organismo anticorrupto está seleccionado por el gobierno actual, lo que hace que las resoluciones de investigación sean tan obvias como preguntar a tu madre si eres el chico más guapo del mundo.
En el campus MTTI Mombasa Technical Training Institute me tentaron con otra sesión de fotos. Esta vez pude. «Tranquilo, son sólo carteles» me dicen con desazón. De hecho, me cuentan que es unapseudoobligación (palabra pegada a propósito) tener carteles de “lugar libre de corrupción” para al menos seguir siendo corrupto, bajo el beneplácito (a veces, no siempre) de seguir siendo opaco. Esto significa que si un organismo importante no tiene carteles de “lugar no corrupto” o similares, significa que se pasa de corrupto. Al menos, si dices que no lo eres en forma de carteles, significa realmente que lo eres (corrupto), pero menos.
Puede que Kenia no sea tan corrupta. Después de releer esta entrada de blog, parece como que no doy tregua. Kenia tiene mucho más que estos párrafos, es evidente. Será y como bien dicen, que soy muy desconfiado. En el fondo, hasta me divierte todo lo visto, escuchado y vivido. También he de reconocer que mis casos de corrupción en mis carnes han sido pocos y sutiles. Alguno de ellos comentaré en el futuro.
Supongo también que hasta que nos quiten nuestro dinero literalmente de nuestra cartera delante de nuestros ojos, nos la vacíen y nos la devuelvan vacía, será cuando a todos nos molestará realmente la corrupción². Mientras tanto, este post tiene un sabor halagüeño-reivindicativo, que suena de aquellas aguas españolas que ya ni las oigo.
La corrupción es mala, muy mala…. hasta que podemos sacar provecho de ella. Es ahí cuando sigue siendo mala, pero amnésica. A todo el mundo se le olvida. O quizá obvia de ella.
¹Fuentes propias, aparte de la lógica
²Ojo, es lo que hacen y está ocurriendo, pero recuerda, no literalmente.
Fotografía recuperada de la visita al MTTI en Mombasa, Kenia, mencionado anteriormente