Vivimos en la era del ruido como baluarte en los mal llamados países civilizados. Existe tal sobreestimulación hacia la bulla que nos quedamos sin aire o extrañados ante un silencio inesperado.
De hecho, como forma de escape buscamos retomar una conversación (hablando presumiblemente sobre el clima, si hace frío o calor) para que no se haga incómodo el silencio. En cualquier comida, el silencio se entiende como sinónimo de aburrimiento o de que la cena no está siendo divertida. En un ascensor, si estamos varios extraños dentro de él, el silencio es incómodo (en psicología social hay muchos experimentos al respecto) por lo que muchos de nosotros estamos deseosos de salir, por ese silencio imperativo que se nos impone en ese momento.
En Lamu, Kenia; no deja de ser un lugar también lleno de ruidos, sonidos; pero también falta de éste: el silencio. En Lamu existe lo que está presente en cualquier otro país europeo, pero cualitativamente diferente.
Lamu alberga sonidos, algunos molestos como el rebuzno del burro (molesto al menos para mí), algunos de terciopelo como el sonido del mar al chocar con los dhows¹. El rumor de las pisadas de alguien que no ves pero sabes que te lo vas a encontrar en la siguiente esquina. Sonidos como los pitidos intermitentes de los contadores de luz, avisando del final de saldo². Algunos son estridentes como el de los mercaderes vendiendo en el mercado central o el de la algarabía del puerto. Caminando por las callejuelas de Lamu, tienes el sonido del desagüe público haciendo su particular viaje hacia mar cerrado.
Las risas y juegos de los niños de la calle (muchos niños de la calle créeme) son uno de los ecos más placenteros y a la par que distintos a los de otro lugar. Diferentes en cantidad y en transparencia. Son sonidos de juegos inmaculados desprovisto de cualquier estímulo tecnológico, son sonidos de juegos del aquí y ahora.
Para mí, aunque no existe el término como tal, existe una ruidodependencia en los países occidentales. En cambio, en Kenia en general y Lamu en particular, esta dependencia puede ser utilizada a nuestro favor, para ser así algo como una “sonidoterapia”, que para mí bien lo es.
Es ahí donde la “sonidoterapia” traza un puente entre lo exterior, con el interior de uno. Dicho de otra manera, me he centrado en el sonido y silencio como estímulo exterior, pero no en el sonido o silencio interior, en uno mismo. De esta manera, la población se olvida de convivir en el silencio porque es cuando precisamente más se conocen y más miedo se tiene de enfrentarse a sí mismo. Es la incomodidad al silencio interior.
Para convivir con el silencio y dar un parón mental al bullicio interior, necesitas conocerte y saber estar contigo. Supone todo un reto para cualquier país desarrollado, pues esto mismo se mueve a contracorrientedada la sobreestimulación tecnológica que nos dan los medios audiovisuales, así el continuo atronador ruido de coches, metro, etc…
El pueblo de Lamu tiene la ventaja de cualquier pueblo en vías de desarrollo: no existe sobreestimulación auditiva, más allá de la que el ser humano sin aparatos ni vehículos, produce. Es un lugar propicio para encontrarte y saber estar contigo. Se respira espiritualidad.
La tarea para el siglo XXI es darle la vuelta a la tortilla y que los países desarrollados, dentro de su hirviente dependencia al ruido, escarben en las ventajas de los que no tienen nada, y se den de ”bruces” con lo que siempre hemos tenido: sonidos apacibles y el agradable silencio.
A los que pocos recursos tienen, bien quieren cambiar su estado crítico, bien mucho quedar por hacer ante su desesperante situación. Pero lo maravilloso de todo, es que tienen algo que no se les puede arrebatar y que muchos millonarios o gente como tú o yo anhelamos cada día.
Anhelamos el silencio que no encontramos y deseamos el silencio que no nos permitimos.
¹ Dhows son embarcaciones típicas en Lamu, de origen árabe. Se suelen ver dos modelos, del propio de Lamu y el modelo mozambiqueño. Anualmente se organizan carreras de dhows y es una forma de captación de turismo, así como de pesca. Más información en http://es.wikipedia.org/wiki/Dhow
² La electricidad en distrito de Lamu es, en la mayoría de los casos, de prepago. Eso quiere decir que, a modo de un teléfono móvil prepago, ingresas dinero en un contador y utilizas ese saldo en forma de electricidad. Cuando el saldo está bajo comienza un sonido intermitente avisando de que la luz finaliza dentro de poco. De esta manera, se puede escuchar en algunas calles como el interior de las casas le queda poco suministro de luz. Por otro lado, una de las ventajas de los enchufes de electricidad en Lamu, es que puedes desconectarlos directamente, para que no sigan gastando luz al no utilizarse
Fotografía en Lamu, Kenia, cortesía de: breakthelogic.com (sur)realistic photography and lifestyle by Lerozno Miseslari