Déjate el reloj en casa. Hazte un favor y no luches a contracorriente. No vas a llegar a la hora que quieres. Mejor o peor, según se mire. Kenia va a su ritmo: adáptate 😉
A menos que tengas las rutas establecidas avión o “autobús” entre principales ciudades como Malindi, Nairobi Mombasa, el resto depende de algo muy común en África: la suerte (o falta de ésta) y/o el destino.
Si te insisto tanto es porque me refiero a que tienes que olvidarte que un coche saldrá a las 11 en punto. Ni siquiera saldrá impuntualmente. El matatu¹ (transporte común keniano) no saldrá cuando tú digas, ni cuando el conductor lo decida, sino cuando se llene de pasajeros. Los tempos en Kenia no van como tu deseas. Afortunadamente, y hasta creo que nos hacen un favor.
De domingueros en Kenia, el matatu está adornado de arenilla, crucifijos, pegatinas de políticos que prometen que prometerán y de una niña que piensa que soy albino.
Las carreteras de la costa norte keniana no están asfaltadas, son caminos de tierra con danzantes baches, que te ayudan a sonreír mientras el culo se te pela como el de los babuinos que ves alrededor. Las vacas no tardan en saludarnos y las jirafas siempre se esconden cuando paso. El sentido de llevar pasajeros es diferente al occidental. Como dije, el tiempo de llegar a una determinada hora se evapora, así el conductor puede parar a comprar pescado, saludar al colega (bajándose del matatu) o esperar a alguien que avisó que se unía a la fiesta. Que tal amigo se une puede significar que está poniendo el primer pie en la ducha.
Después de la mordida² de rigor a la policía, llegamos a Mpeketoni (recuerda pronunciar la m antes de la p, muy rápidamente, puedes practicar enfrente del espejo). La costa keniana es mayoritariamente swahili, con la religión musulmana como la predominante. Sin embargo, hay una excepción: Mpeketoni. Cuesta creer que en la costa norte, limítrofe con Somalia, haya un lugar como este pueblo, en la que la tribu kikuyu de religión cristiana sea la predominante.
Pregunta obligada ¿por qué? Razón principal:
• Fue una zona forestada después de la independencia de Kenia, rica y apta para el cultivo, aunque despoblada, a excepción de unos pocos asentamientos aislados. Se dice de una anécdota de que los pocos swahilis que habitaban esa tierra preguntaron al presidente keniano por unos tractores para sembrar la tierra. Les llevaron kikuyus como respuesta.
La tribu kikuyu tiene fama tanto de trabajadora como de planificadora. Esto, y unido principalmente a la masificación de los Kikuyus en el centro y norte de Kenia, les obligaron a desplazarse a otros lugares en busca de mejores oportunidades. De ahí que hace poco más de 30 años cientos de familias Kikuyus emigraran a la costa a modo de tractores como los que pedían los swahilis. Viven en paz, no te preocupes, con sus diferencias tribales, hay una convivencia exquisita, salpicada por algún altercado, como los del Madrid-Barça.
Pero ¿qué hago en Mpeketoni? Es domingo, no seas tan exigente.
Hago cosas raras de psicólogo, como refuerzo positivo, escucha activa, identificación de problemas y orientación de dos pupilos de la ONGD de Anidan Kenya. Estudian 3º y 4º de secundaria en un colegio prestigioso del distrito de Lamu. Uno de ellos me da un recibo para confirmar que el dinero dado fue empleado para sus zapatos y uniforme.
Tal y como reza el cartel de la entrada al colegio, la disciplina es su orgullo y baluarte. Tanto es así, que el jefe de estudios nos explica algunos de sus carantoñas:
«Si la clase comienza a las 7, deben estar todos en fila 10 minutos antes. Incluso llegando a las 7, si eres de los tres últimos, has llegado tarde. Al día siguiente tendrás que ser de los tres primeros, sino…»
Sino…. Pues castigo. Pero eso da para otro capítulo.
Estudian en ‘boarding school’, algo así como un internado, donde no existe libertad ociosa. Se la fabrican en la mente. Muchos así lo prefieren, así se esfuerzan más, dicen. Se autoconvencen de que con menos tentaciones más esfuerzo. La presión por resultados, competitividad y rivalidad son idénticas a la competencia que pueda existir en tu empresa por ejemplo, por lo que saborean lo que es el estrés de querer ser alguien que se salga de la norma y sea importante en Kenia.
Disciplina, esfuerzo y sacrificio. Siguen ese modelo y patrón como forma de crecimiento, calcado de los países desarrollados. «Necesitas excelencia, luego obtendrás lo que deseas»
A razón de un condicionamiento cultural, así como religioso, que se repite como las canciones del verano, pero aquí en las 4 estaciones. Los hay que hacen justo lo contrario, es decir, no se esfuerzan en absoluto, como reactancia hacia lo que se les impone. Exactamente lo mismo que ocurre en tu ciudad.
Un país corrupto que calca e idolatra (a veces) a países desarrollados, trata de copiar la fórmula mágica de prosperar. Pero ¿quién dijo que fueran/mos modelos a seguir?
Una meritocracia putrefacta que debiera ser justa, pero la corrupción junto con el arroz, son el plato de cada día en Kenia. Los alumnos no pueden ni reclamar una segunda revisión de los exámenes nacionales (algo así como la selectividad en España). Los que sospechosamente sacan malas calificaciones durante sus años de estudios, “sorprendentemente” obtienen la mejor nota en el examen nacional, todo encubierto, tapado y con lacito. Cualquier similitud con tu país es pura coincidencia.
No os preocupéis, Kenia nos sigue ganando en corrupción, aunque la distancia cada vez es menor, España se lo está currando.
Mpeketoni tiene mucho encanto. Un hombre escucha un radiocassette antiguo y los niños le siguen. Otro se dedica a golpear unos cubos de almacenamiento que vende ¿por qué? Nos hace ver cómo son de resistente. Se jacta de los buenos que son, de la calidad que tienen. Me lo dice 20 veces. Le digo que le creo.
El lago Kenyatta, en honor al primer presidente keniano, descansa al final de Mpeketoni, cerca de la costa índica. Me venden (como el de los cubos) que hay viboko (hipopótamos en kiswahili). Me contento con ver sus orejas a lo lejos. El resto lo completo con mi imaginación. Al menos ha sido como visitar un parque natural gratis.
Staniel está bien grande y está encantado con mi pelo liso. John llora al verme. Creo que se compadece de mí, por mi “problema de piel no-negra”. Al final se acostumbró y hasta me adora mientras babea.
El día de domingueros en Mpeketoni termina yendo en “pikipiki”: una mototaxi. Tuvimos suerte, es bien cómoda.
El sol decide deleitarse coloreándose a sí mismo y su alrededor. Escoge un rosado y un naranja sin adjetivo calificativo. Tonos de acuarela en el mar. El cielo comienza a estrellarse antes del anochecer y el vaivén del bote hacia Lamu me deja en un letargo encantador, automatizado con un agarre fuerte de mi mochila del tipo:“porsiacaso” o “nuncasesabe”.
Y así, llego a Lamu con un maravilloso duermevela. Con el duermevela de la precaución y del placer.
¹ El matatu es un microbus en la que da cabida a tantos pasajeros como personas pueden entrar en él. Es un medio de transporte habitual entre los kenianos, en donde la entrada y salida de pasajeros es constante.
² La mordida o soborno es un procedimiento habitual en Kenia, el cual sirve como forma resolutiva, ya sea para evitar males mayores o bien para agilizar temas burocráticos. La «mordida» obligatoria es obvia (si no accedes, es peor), pero existe otra mordida que te brinda tener un papeleo administrativo en menor tiempo. Digamos que lo «agilizan» si se paga una cantidad extra. Esta última modalidad no es tanto culpa del keniano sino viene a raíz del colono británico que lo quería todo enseguida. Actualmente «pagamos» las consecuencias.