Me gustan las inyecciones porque después el mundo parece mejor. – J.M.K (Paciente psiquiátrico de la clínica de salud mental de Makuyu.)
***
María Ferreria. Trabajo en un proyecto localizado en un pequeño poblado al norte de Nairobi (Kenia), donde hay diagnosticados 126 pacientes psiquiátricos. En todo el país, según la Organización de las Naciones Unidas, hay tres millones de personas que padecen algún tipo de enfermedad mental. Y en todo el país, hay un psiquiatra por cada medio millón de personas.
En España he escuchado en diferentes ocasiones que las enfermedades psiquiátricas son un invento de la industria farmacéutica. Hablan de cronificar la sociedad. Hablan de enfermos engendrados por el consumismo. Dicen: En África se mueren de hambre. Dicen: Pobres negritos con tanto sida y tanta malaria. Dicen: Necesitan Malarone, necesitan antibióticos, necesitan suplementos. Los más ignorantes incluso se atreven a decir que en África no hay enfermedad mental porque se vive de un modo más natural. Suelen ser los mismos que afirman suspirando que “los niños en África sonríen mucho”.
Pero la locura no vende, a pesar de ser una realidad depredadora. Para las ONGs no es rentable la lucha contra la enfermedad mental, por varias causas, entre ellas el alto porcentaje de fracaso en los propios tratamientos y, por supuesto, por marketing. Y es que si lo pensamos bien, el eslogan: “Apadrina un enfermo mental” resulta cómico. Venden más los niños hambrientos.
Seguir leyendo en vice.com aquí
Fotografía recuperada de la misma fuente origen. M.N. Paciente del programa de salud mental en Makuyu, Kenia