Desconozco si alguna vez te dejé de conocer. Puede que seas la única persona que conozca sin saber quién eres. Quizá de esta forma realmente sepa de ti.
De prisas y por ganas de decirte, olvidé firmar. Pero hay algo nimio que me delata, que hace que tú sepas quien soy. Y eso me hace perder la posibilidad de ser anónimo.
Como verás, querido anónimo, en mi mundo existen papeles con los que te identificas: puedes ser hijo, abogado, sacerdote, cantante, novio, vigilante, ama de casa, camarero, sobrino, esposa, etc…
Todos estos papeles son útiles y necesarios en la medida en que sepas convivir con ellos. Pero nadie sabe que cada una de estas facetas son una reclamación de nosotros mismos y gritan por encima nuestro para marcarnos unas pautas a seguir. Muchas personas sufren y tienen dolor por no saber desatarse de sus papeles en la sociedad. No consiguen ser lo que siempre fueron.
Querido anónimo, si te fijas, cuando éramos bebés no teníamos conflictos interiores. Éramos nosotros mismos sin roles ni juicios, sin ningún tipo de papel, porque no nos identificábamos con nada. O con poco. Puede que volver a ser como lo fuimos en nuestra época infantil, sea la forma de liberarnos.
Quizá suene estúpido o catastrofista querer volver a un estado anterior de desconocimiento, pero créeme que muchos mortales se sentirían afortunados si pudieran vivir como lo hacían desde la inocencia y así poder librarse de sus propias ataduras. Nos pasamos la vida esforzándonos por volver al estado de aceptación con el que nacimos de forma natural. Pienso que estar en este mundo y sentirse satisfecho es una verdadera hazaña.
Y es que, querido anónimo, creo que el secreto estriba en evitar estar condicionado desde el punto de vista en el que te has visto impuesto. Y así, simplemente eres tú, donde no discutes porque nadie compite por ti, donde los roles que desempeñamos no nos dejan a la deriva. Porque somos muchos más de lo que hacemos o pensamos, y quizá la felicidad sea un estado en el cual gran parte de la pugna se haya extinguido.
Mis deseos son los de mostrarme anónimo ante ti, para que sin ataduras, me conozas. Desquitarte de mí, para saber quién soy. Puesto que para conocerme realmente, tendrás que desconocerme primero.
Fotografía Thomas Leth-Olsen en flickr (licencia CC)