«Todo me era indiferente. Las grandes noticias que publicaban los periódicos, las desgracias que ocurrían en la ciudad o entre el círculo de mis relaciones, ¿qué importaban? Se celebraban fiestas, se enterraban muertos, nacían nuevas vidas, se daban conciertos, recepciones. ¿Y todo ello por qué? ¿Para qué? Tampoco pude resistir mucho tiempo aquel tormento prolongado y reanudé mis largos paseos solitarios por los bosques, las carreteras y las colinas. Contemplaba mudo el paisaje. Los prados, los árboles y los campos callaban como sumidos en un silencioso dolor. Y yo me complacía en adivinar en ellos el deseo de decirme algo, de salir a mi encuentro y saludarme. Pero seguían allá, sin poder decir nada y yo comprendía su dolor y me sentía conmovido, ya que nada podía hacer para evitarlo».
Peter Camenzind
Hermann Hesse