Experiencias en peligro de extinción. Phillip Simmons

(El autor de este fragmento se le diagnosticó en 1993 la enfermedad de Lou Gehrig, y murió nueve años más tarde)

Me encuentro al final de una vida acortada por la enfermedad y no puedo evitar ser arrastrado fuera del momento presente al llorar mis perdidas y enfrentarme a mis miedos. Suspiro por mi coraje perdido como un bailarín de hula y temo el día en que seré incapaz de llevar una cucharada de mermelada de lima hasta mis labios. Pero todos estamos caminando por un filo.

El momento presente es, en sí mismo, un filo: una evanescente fracción de tempo entre pasado y futuro. Somos alejados de él continuamente por nuestros placeres y preocupaciones terrenales. Incluso ahora puedes estar pensando que es el momento de tomar otra taza de café con uno de esos bollos de arándanos. Parece que siempre es el momento de hacer algo diferente de lo que estamos haciendo ahora. Mientras lees en tu silla te descubres pensando en la discusión de anoche con tu mujer, en que ya es hora de barrer las hojas, de ver tu correo electrónico, de dormir, etc.

El momento presente, como el búho lisado o la tortuga marina, se ha convertido en una especie en peligro de extinción. No obstante, cada vez me doy más cuenta de que morar en el momento presente, a pesar de todo lo que nos atrae fuera de él, es nuestra disciplina más espiritual. O más claramente: yo diría que la atención al presente es nuestra salvación. El momento presente, vivido plenamente, es nuestra puerta hacia la vida eterna.

 Philip Simmons

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