Emociones y política

Las emociones juegan un papel determinante en todos los ámbitos de nuestra vida. La política no es una excepción.

El gobierno de España se encuentra en casos de supuesta corrupción. Desgraciadamente la corrupción política no es ninguna novedad. Lo novedoso es que ha llegado hasta el mismo presidente del gobierno, aunque haya negado todas las acusaciones. Procurando acercarme a la mayor neutralidad y objetividad posible (disculpen si no me acerco demasiado), trataré de conectar algunos aspectos de las emociones, postulados del lingüista Noam Chomsky y los movimientos políticos actuales:

  • Emociones y reflexión: por medio de la acusación, negación y miedo, se redirige la atención hacia el foco deseado. Se fomentan las emociones negativas ya que éstas tienden a desconectarse de una reflexión pausada o un correcto razonamiento. Es obvio que alguien embargado de miedo o ira no tiende a pensar acertadamente. La política bien sabe que las emociones juegan un papel fundamental en cada aspecto minúsculo, por lo que las utilizan a su favor. Se incentivan los estados emocionales que ellos desean para mantener un orden. Utilizan la madre de todas estas emociones negativas: el Miedo. El miedo es la piedra angular y se utiliza en pos del beneficio colectivo o personal en la política. Una población emocionalmente estable con capacidad de crítica es todo un peligro para sus intereses.

  • Conocer a la audiencia mejor de lo que ellos mismos se conocen. Los altos cargos políticos posiblemente se encuentran asesorados por personas que bien conocen las emociones, cogniciones y conductas del ser humano. Por tanto, el sistema ejerce un poder y conocimiento sobre los individuos, mayor que el de los individuos sobre sí mismos.

  • Reforzar la autoculpabilidad: “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades” Esta frase es habitual ante la crisis económica actual. Una persona con el sentimiento de culpabilidad es más manejable y dócil. Nota: algunos sí han vivido por encima de sus posibilidades.

  • La distracción: negar lo sucedido es un primer paso, para desviar posteriormente la atención con acusaciones. Una discusión entre dos partidos políticos podría servir para evitar afrontar sus propias debilidades, a favor de resaltar las ajenas. Es útil porque desvía la atención de lo pertinente. Cuanto menos se hable de lo más delicado (en este caso, la corrupción) mucho mejor, por lo que la técnica de la distracción es muy habitual en el gobierno español.


Bibliografía complementaria/recomentada

Chomsky, N., & Ramonet, I. (1995). Cómo nos venden la moto. Icaria Editorial

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