¿Cómo detectamos las emociones?

Es evidente que la evolución humana ha permitido agudizar nuestra forma de percibir, reconocer y recordar los rostros faciales.​

Tantos miles de años nos brindan un legado para detectar un rostro enfadado o amenazante, que nos avisa de cautela o peligro. En la otra cara de la moneda, un rostro alegre y sonriente habla por sí solo y nos indica apertura o amistad.​

¿Hombre o mujer?

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Esta investigación fue realizada por Richard Rusell de la universidad de Gettysburg (citado en Martínez-Conde, 2012) . Se trata de una ilusión óptica que procura demostrar una ambigüedad sobre el género, es decir, trata de despistar(nos) sobre si el rostro que aparece es de hombre o mujer. Sin embargo, el cerebro trata discriminar el género incluso en rostros prácticamente idénticos,  por tanto es muy posible que detectes el rostro de la izquierda como femenino y el de la derecha como masculino ¿Verdad?

​Lo interesante es que ambos rostros son idénticos, con una excepción: el contraste entre los ojos, boca y el resto de la cara resulta mayor en el rostro de la izquierda que en el de la derecha. Por tanto, el factor determinante es el contraste, pues los rostros de bajo contrastes parecen masculinos y los de alto femenino.

Adaptación a las emociones

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Investigado por Andrea Butler (2008) de la Universidad de Columbia Británica.

Trata de observar el rostro enfadado de la imagen de la izquierda. Obsérvalo detenidamente, fijándote en las distintas partes de la cara durante al menos 20 segundos.

Luego, mira la cara del centro sólo durante unos segundos. Parece asustada ¿Verdad? Ahora observa el rostro de la derecha durante al menos 20 segundos. Finalmente vuelve a mirar el rostro del centro.
¡Ahora está asustada! ¿Cómo es posible? Bueno, el rostro del centro no es real, sino una «mezcla» entre el rostro enfadado de la izquierda y asustado de la derecha, tomando ambos al 50%

.
Ocurre que nuestro procesamiento visual se adapta a una expresión emocional al verla durante un tiempo. Por tanto, al cambiar a otro rostro emocional, a nuestro cerebro le compensa ver diferencias, aunque éstas sean mínimas. Por consiguiente, y presumiblemente influenciado por nuestra necesidad de supervivencia en nuestro pasado primitivo, nos interesa ver minúsculas distinciones en la expresión emocional, con el fin de detectar nueva información valiosa, o lo que es lo mismo, qué nos quiere indicar ese nuevo rostro facial. Esto hace que podamos discriminar expresiones emocionales incluso las que son más imperceptibles, puesto que nos ayuda a comprender  y entender mejor el estado emocional de nuestro compañero.

​Ptresumiblemente nuestra capacidad de detectar rostros emocionales posiblemente sea muy fiable, pero no estamos en disposición de decir que es infalible.


Referencias Bibliográficas

Butler, A. (2008) Factors contributing to the adaptation after effects of facial expression. Brain Reseach, 1191(2), 101-107.
Martínez-Conde S. y Macknik S. (2012) Por la cara. Revista Mente y Cerebro, 56, 86-88.

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