Olfato y emociones

El sentido del olfato, si bien no es un sentido que tenemos tan desarrollado como en otras especies animales, es influyente en nosotros más de lo que pensamos. Exploremos brevemente sus límites: ¿Hasta qué punto el olfato llega a influenciarnos?

Hay olores que son muy sugestivos y llevan intrínsecamente la propiedad de despertar una sensación o recuerdo en la persona. Esto puede hacer que incluso nos cambie el sentido del humor. Asimismo, un olor puede llegar a ser tan determinante que, caminando por la calle, podemos  pararnos ante una pastelería sólo por ese olor tan característico.

​El equipo de Jukka M. Leppänen (2003) en el Human Information Processing Lab de Finlandia han demostrado que si una persona  se encuentra en un ambiente con olor agradable, la felicidad se reconoce más rápido  que la tristeza. Se invitó a un grupo de voluntarios a reconocer rostros sonrientes entre un montón de fotografías de rostros con expresión claramente triste o neutra. Por tanto, se mostró una tira de imágenes la mayoría de rostros tristes o neutros, y en algunos se “colaban” rostros sonrientes. Se midió el tiempo promedio en dos situaciones diferentes:

  • En un lugar con olor agradable        

  • Un lugar con olor desagradable

Como conclusión al experimento, cuando el contexto es agradable, el reconocimiento olfativo es significativamente más rápido. De esta manera, las personas en un lugar con olor desagradable tardan más tiempo en reconocer una expresión de alegría. Esto da importancia al papel que desempeña los olores en cuanto a la modulación de nuestras emociones y sentimientos.

No obstante, el olfato no es determinante ni infalible, pero este estudio arroja datos sobre un cierto grado de persuasión. Así, de vez en cuando podemos confiar en que el bienestar emocional  que nos produce un olor es mucho más poderoso de lo que pensamos.


 Referencias bibliográficas

Leppänen, J. M., y Hietanen, J. K. (2003). Affect and face perception: odors modulate the recognition advantage of happy faces. Emotion, 3(4), 315-326.

Fotografía: Película El perfume

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