En el libro Ébano del periodista polaco llamado (tomen aire) Ryszard Kapuscinski¹ (2003), se describe muy bien la diferencia en cuanto a la noción y sentido del tiempo que existe entre el europeo y el africano. Su obra constituye una impresionante crónica como corresponsal en África durante más de treinta años. Nadie mejor que él, que no sólo se adentró de lleno en África, sino que también supo entender profundamente sus hábitos y costumbres (de manera objetiva y sin juzgar), acercándonos de manera fiel las raíces africanas hacia nosotros.
En su viaje a Kumasi en 1940, una ciudad del país de Ghana, hace referencia a nuestras diferencias entre europeos y africanos a la hora de entender la espera del tiempo en todo su contexto. Es por ello que, el significado del Tiempo era, al menos durante la década de 1940, muy diferente a la nuestra.
Si existe un sentido del tiempo completamente diferente y dispar, las actitudes son también diferentes. Nosotros pensamos que el tiempo funciona independientemente del hombre, y hablamos de su existencia objetiva y mesurable (véase leyes de Newton). De esta manera, tenemos que respetar leyes, principios, reglas, plazos, fechas, etc. Nos movemos dentro de los engranajes del tiempo. Dramatizando un poco, parecemos como siervos del tiempo, dependemos de él para realizar nuestra vida, somos súbditos de lo que ocurre. Entre el hombre y el tiempo se produce un conflicto insalvable, conflicto que siempre acaba con la derrota del hombre: el tiempo termina con él².
Los africanos entienden el tiempo de manera bien diferente. Se puede decir que ellos no ven al tiempo como algo objetivo, sino más bien es una categoría mucho más holgada, abierta, elástica. Parece como si fuera el hombre el que influyera sobre el tiempo y no al revés. Influencia sobre el ritmo y su transcurso. Visto de esta manera, parece como que el hombre puede crear ahora mismo un acontecimiento y la determinación de que se produzca o no dependerá de él y de las circunstancias. Obvio. Si no ocurre una fiesta, ésta deja de existir.
El tiempo, al ser subjetivo, y proyectado a nivel mental, puede llegar a dar la sensación de que no existe, como si fuera un continuo instante presente. El tiempo es pues, una realidad pasiva, dependiente de nuestra visión. Dependiente del hombre. De ti y de mí. Todo lo contrario de la manera de pensar europea. Traducido a la práctica, eso significa que si vamos a una aldea donde por la tarde debía celebrarse una reunión y allí no hay nadie, no tiene sentido la pregunta: ¿Cuándo se celebrará la reunión? La respuesta de conoce de antemano:Cuando acuda la gente. Con otro ejemplo, si un africano sube a un autobús, nunca preguntaría cuándo arrancará (recuerda, hablamos de 1940 en Ghana), sino que entra, se acomoda en un asiento libre y se sume en el estado en que pasa gran parte de su vida: La espera. Su capacidad de espera y paciencia es extraordinaria, como si fuera una habilidad adquirida. Para ellos, mientras cualquier cosa no se esté produciendo, hay que esperar; cualquier otro comportamiento sería una ilusión o una quijotada.
Así pues, la impuntualidad se ve de manera diferente. Siguiendo los engranajes europeos, llegar 15 minutos tarde es ser impuntual, una falta de respeto. No es que los africanos sean irrespetuosos, sino que sus esquemas mentales son totalmente diferentes. No entienden el tiempo como instrumento de que algo tenga que ocurrir irremediablemente en un determinado momento. Con sus pros y contras, el hombre africano no vive a merced del tiempo.
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Del tiempo, ¿Qué buscamos?
Carl Jung en uno de sus libros habla de una conversación con un nativo americano. En dicha conversación, el jefe nativo le decía que la mayoría de los blancos tienen el rostro tenso, los ojos fijos. Comentaba: “Siempre están buscando algo», los blancos siempre quieren algo. Están como inquietos, agitados. No sabemos qué quieren. Pensamos que están locos» (cit. en Tolle, 2009). Esa intranquilidad, esa falta de espera es característica de occidente, es un desasosiego en forma de búsqueda inmediata. Por eso he enlazado tiempo y búsqueda, ya que tienen mucha relación; esto es, van de la mano.
No nos llevamos bien con el tiempo, a saber: resultados, proyectos, fechas de calendario, etc. El problema no está en planificar, ya que si en occidente funcionamos con otras reglas, el tiempo debe ser entendido también de otra forma. Eso es normal. El problema estriba en que no nos gusta esperar, el tiempo nos manda y exige a nosotros. La intranquilidad de fondo es la característica predominante en la actualidad.
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¿En qué consiste esperar? Esas personas en el autobús en Ghana, se tumbaban, se acomodaban, o permanecían sentados. Dejaban de hablar, en silencio. ¿Qué hacían cuando esperaban? ¿Pensaban? ¿Planificaban? ¿Recordaban? ¿Meditaban?. Quién sabe. Al menos, en 1940, en dirección a Kumasi en un autobús y dirección cualquiera, el tiempo y la espera no parecía una molestia para el hombre.
Fotografía 1º (portada) recuperada de m0gg en flickr
Fotografía 2º recuperada de Jeff Attaway en flickr
¹ El corresponsal polaco es sobremencionado en cualquier artículo que atienda a África. Es, por razones merecidas, el estandarte sobre la mirada pulcra e inmaculada de África.
² y es que el hombre no hubiera inventado el reloj si no creyera en la muerte. Machado, Antonio. (1936). Juan de Mairena. Sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apocrifo (p. 45) Espasa-Calpe.
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https://tomateloenserio.wordpress.com/2015/01/19/el-sueno-africano/
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gracias por compartir!! 🙂
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