Crisis económica, política. Crisis de identidad; de oportunidades. Todo el mundo parece estar a merced de ella, nos la encontramos en todas partes y lo que es peor, es difícil dejar de encontrarla.
Victor Frankl, creador de la Logoterapia, una terapia centrada en el propósito y sentido humano, fue un superviviente del holocausto nazi. Dijo: “frente a la adversidad extrema, tenemos la responsabilidad y la libertad de dar lo mejor de nosotros mismos y cuestionarnos de cómo podemos contribuir positivamente hacia nuestro entorno”. Estas palabras, dejan entrever que siempre tenemos la opción libre de elegir una disposición interna frente a la avalancha de obstáculos que nos venden (reales o inciertos) los medios de comunicación.
El término Crisis procede de un vocablo griego: Krisis y éste del verbo Krinein que significa “separar o decidir”. Crisis en chino está compuesta por dos caracteres “peligro y oportunidad”. Si no me creen, echad un vistazo en cualquier buscador de internet. La crisis supone un cambio, modificar, arreglar algo que presumiblemente no iba como debiera. Crisis es pues, oportunidad de cambio. No se trata de tener un optimismo ingenuo, sino de ser eficientes con lo que pensamos, dejamos de pensar y más importante aún, con lo que realizamos.
La crisis no es de agrado. Los contratiempos y obstáculos que nos imponen no son encantadores, sino más bien desalentadores. Sin embargo, tenemos que hacer una lectura más profunda ¿Qué supone todo esto? Volvemos a lo mismo, al cambio. Podrían decir: hay cambios que incluso van a peor. Partiendo de que eso ya es difícil por razones obvias, el cambio o crisis supone una revolución en el pensamiento, en la conciencia. Así es, fíjense en cómo estos años se está acelerando el descontento por algo que funcionaba en el pasado, pero que ya se le acabó las pilas.
Las quejas, el que “todo va mal”, está fomentado por el sensacionalismo, que desea que estemos descontentos. Nos venden miedo, desdesperanza.
Por supuesto que a nadie le agrada esta situación, pero como dijo Aldous Huxley en Un mundo Feliz: “Restregarse en el charco no es la mejor manera de quitarse el barro”. Así es, quejándonos no solucionamos, ya que no actuamos, simplemente nos quedamos de espectador viendo la Tv. Esto recuerda a los insultos de los espectadores de partidos de fútbol. Insultan al árbitro, linier y/o jugadores por algo que han hecho mal o por una injusticia. El deseo de cambio de esos insultos no hace que cambie el resultado del partido ¿Verdad?
La famosa crisis posibilita que nos embarquemos en nuevos proyectos que nunca antes nos hubiéramos ni siquiera planteados. Esto quiere decir que da oportunidades que antes no se hubieran dado. Tan real y comprobable con las nuevas formas de trabajo que se están creando en nuevas plataformas de interacción, redes sociales, etc. Posiblemente dentro de cinco años estaremos en disposición de analizar cómo la crisis ha posibilitado un nuevo enfoque en la forma de entender el trabajo y comunicación. Por supuesto, utilizándolo inteligentemente.
La crisis es a priori, fundamentalmente económica, política, etc. Pero, me pregunto ¿No estaremos viviendo una crisis más bien de conciencia? Sabemos lo que funciona mal, pero no sabemos las soluciones. Cada vez sabemos menos qué debemos hacer. La gente ya está descontenta con todo lo que se puede hacer. Comodidad dejó de ser un correlato de felicidad, así que tenemos ahora una vida más cómoda (menos cómoda que antes de la crisis) que hace muchos años, pero no más feliz.
Quizá la crisis sea una crisis de valores, representada, ejemplificada o si lo prefieres, escenificada en el marco político o económico. El cambio, la transformación que supone la crisis debe ser impulsada por personas o grupos que no son del agrado de los que mandan. Martin Luther King, Nelson Mandela, Gandhi (por citar pocos de muchos), fueron personas criticadas y llamadas transgresoras simplemente por llevar pensamientos revolucionaros y contrarios a los ideales de esa época. Claro que, el tiempo actúa de bálsamo y la historia les ha puesto en su lugar. Es la mejor forma de hacer justicia, digamos. Ellos hicieron un cambio, quizá ahora el cambio sea por parte de unos pocos, de todos, de quien sea. Pero el cambio no está por llegar, está ya llegando.
Olvídate del miedo que te inculcan los de fuera para que dejes de actuar. Bien saben ellos que la emoción de temor, pavor hace que nos paralicemos. Se utiliza el miedo para mantener a ralla a los que desean el cambio, pero éste es inevitable. Como las estaciones, todo es cíclico, cambiante, y de eso tampoco se podrá escapar la crisis.
Por tanto, se trata de vivir con el cambio, de adaptarnos, de evolucionar, de saber estar con las nuevas situaciones. Porque todo al final se tranquiliza, “después de la tormenta llega la calma”. Por consiguiente, la crisis nos da esa fuerza para adaptarnos en entornos de emergencia. Hasta no tocar fondo, no nos damos cuenta del significado de muchas cosas. La crisis posibilita la unión de lazos familiares, de valorar lo que tenemos y de volver a valorar aún con más fuerza lo que perdimos y volvemos a tener. Sufrimiento y descontento van de la mano con el cambio, con la transformación. Lo que no gusta, emigra. La crisis permite que esto ocurra.Los méritos se ganan con las adversidades, se saca lo mejor de cada uno.
Me gustaría terminar con la imagen que se muestra al inicio de esta entrada. Ese pequeño árbol brotó en un trozo de madera en medio de un lago situado en algún lugar de Canadá. Entre toda la adversidad, ese minúsculo árbol consiguió crecer y echar raíces, es decir, vivir entre la hostilidad que supone todo el lago. Por más adverso e imposible que parezca, la naturaleza siempre busca su camino para ser y estar; su espacio y esa oportunidad. Nosotros formamos parte de la naturaleza, aunque estemos ahora mismo enfrente del PC o móvil. Somos esa naturaleza, sabemos adaptarnos. Lo que pasa es que a veces se nos olvida saber que lo sabemos.
Si tocamos a la crisis, si hablamos de ella, ya estamos empezando. Actuar es transformarla. Así, nos adaptamos y crecemos.
Sin miedo, sin temor.
¿Por qué se ha de temer a los cambios? Toda la vida es cambio – H.G. Wells.
Referencias
Frankl , Victor El hombre en busca del sentido (2011). Barcelona: Herder
Huxley, Aldoux Un mundo feliz (2003). Barcelona: Debolsillo
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