Un amigo mio me dijo una vez que soy un egoísta. Claro y contundente. Que me quedaba con mis historias de Kenia, con mi perspectiva psicosocial de ellas, y que las dejaba de compartir como quien no da alojamiento a un amigo o como quien no presta un bolígrafo.
Lo cierto es que mis escritos desde el inicio de psicología emocional (ahora EmocionesPlenas) han sido muy intermitentes e impersonales: sin “marca personal”. Ha llegado el momento en que entiendo que la visión particular de un occidental (con los engranajes mentales típicos de un europeo mediterráneo) en un país africano puede ser de interés para un publico determinado. Comprendo que guardármelo para mí, como dice mi amigo, es un “pseudoegoismo” en el que me resulta cómodo acurrucarme y dejar de contar puesto que no requiere trabajo, esto es, dejar de hacer es más cómodo que hacer.
Este “egoismo halagüeño” de reservar vivencias, opiniones, artículos y demás, no es únicamente mío, puesto que se generaliza no sólo a mi circulo de amigos, los cuales ya les regaño con ese egoísmo que nos une, sino a todas aquellas personas en las que expresar, narrar o mostrar una publicación científica de forma divulgativa es algo mejor o merece más la pena que dejar de hacerlo.
Diría también a aquellos “generosos” que su ausencia de escritura es más placentera que su presencia, pero esto es una soberbia y además tenemos esa maravillosa libertad de escoger y atender a lo que consideramos pertinente, puesto que de gustos está provisto el mundo.
Continúo en el Capítulo 0 parte 2/2 procastinación bloguera, con la misma idea pero con distinto enfoque. 😉